lleno de mansedumbre y amabilidad, que se hizo a sí mismo pecado y sensible a toda clase de miserias. Pero ahora se ha marchado a un país lejano, se ha revestido de gloria e inmortalidad, y desconocemos cómo puede afectar todo esto a su corazón». El sentido de este discurso es, por tanto, hacer saber a las pobres almas que su corazón sigue siendo el mismo que cuando estaba en la tierra (con respecto a la piedad y compasión). Él intercede allí del mismo modo en que lo hacía aquí, y es tan manso, amable,
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